Cómo entender las emociones de mi hijo adolescente.
- Andrea Gelvez
- 28 oct 2024
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 29 oct 2024

Las emociones son la manera natural en la que los seres humanos reaccionamos a lo que ocurre a nuestro alrededor. Todos tenemos emociones y es importante no reprimirlas ni sentirnos avergonzados por ellas. ¡Son nuestro superpoder de humanos! Y en la etapa de la adolescencia los chicos viven estas emociones a flor de piel. Las emociones en esta etapa están a la orden del día como las olas del mar… vienen y van y muchas veces dejan huella para volver otra vez a desvanecerse y aparecer de nuevo. Unas se viven con mayor intensidad, otras menos pero siempre están ahí convirtiéndose en estados de ánimo que ellos expresan como: “estoy alegre, estoy triste, me siento bien, me siento solo, estoy tranquilo, estoy furioso…”, etc.
Recordemos papás que las emociones no son buenas ni malas, sino lo importante es saberlas gestionar adecuadamente, y eso es algo que los chicos en esta etapa adolecen.
Ellos viven un mar de sentimientos a diario por ese caminar poco a poco hacia una adultez joven, pero en sí no saben cómo enfrentarse a ello, por ende, como siempre les digo, debemos ser ese puerto seguro de emociones, sensaciones, pensamientos y sentimientos en donde ellos puedan refugiarse y encontrar un oasis en medio de ese desierto emocional por el que atraviesan.
A medida que crecen, nuestros chicos adolescentes tanto en el cuerpo como en su mente pasan por una serie de cambios biológicos normales que los llevan a sentirse malhumorados, irritables, como también eufóricos y llenos de alegría y felicidad. Pero no saben controlar ello, y de hecho no son conscientes de dichos cambios. Por ello debemos acompañarlos en este tránsito de esa etapa hacia una adultez temprana con amor, ternura, cariño, comprensión, pero dejando siempre ese espacio para que puedan experimentar esas sensaciones, emociones, pensamientos y sentimientos por si mismos, y dándoles esa independencia que necesitan para hallar su espacio y su esencia en el mundo.
Entre las cosas que debemos tener presentes a la hora de entender las emociones de los adolescentes es primero dejar que las expresen. No debemos reprimir su emotividad, ya que justamente eso es lo que los lleva a explorar su esencia y su manera de expresar su sentir frente a un hecho en específico, y al reprimirlas o etiquetarlas como buenas o malas, estamos dando un rumbo a esas sensaciones que no es el adecuado. Así esas emociones lleven detrás un portazo o un berrinche… porque sí, los adolescentes también hacen berrinches. A su manera, pero lo hacen. Y lo hacen porque justamente no saben gestionar sus emociones.
Es sumamente importante que los acompañemos a expresarse pero de manera segura y siempre dejando claro los valores y límites que queremos enseñarle a nuestro hijo con su actuar. Y ahí viene el segundo punto que es importante rescatar. Debemos en conjunto establecer normas y límites que deben respetarse SI O SI, sin importar el lugar ni el momento donde estén. Con ello estaremos también formando en las consecuencias lógicas de los actos que son importantes para entender las emociones de nuestros hijos y así mismo que ellos aprendan a entenderlas mejor.
Si para él salir con los amigos y llegar tarde implica que papá y mamá se preocupen por ello, la consecuencia lógica está en que debo avisar primero que llegaré tarde para que mamá y papá no se preocupen por ello o por el contrario debo llegar temprano a casa para evitar que se preocupen y no se enojen por el hecho.
Y el tercer punto que considero importante aquí para entender las emociones de nuestros chicos adolescentes es que dejemos de verlos como niños pequeños y entendamos que ya son personas que están pasando por una etapa preadulta, donde no son adultos completamente, pero están aprendiendo lo necesario para empezar a serlo, por ello debemos delegarles responsabilidades y tareas de mayor implicación para ello sin que llegue a ser un compromiso grande de adulto.
Recuerda siempre que están en esa transición y que debemos ser acompañantes del proceso, pero dejar que ellos transitan por ello a su ritmo y a su manera, siempre siendo guía, pero no diciéndoles cómo hacerlo. “Enséñale a pescar, pero no le des el pez”.
Un cuarto punto es la susceptibilidad que experimentan en esta etapa por no saber qué hacer con su vida y qué camino tomar a futuro. Muchas veces escuchamos de ellos la frase “No sirvo para nada, no soy bueno en nada”, y empiezan a atravesar el sendero de la baja autoestima, la depresión, la ansiedad y comienzan a enfrascarse en cosas que no son buenas como las sustancias alucinógenas, el alcohol, las malas compañías… y los papás empiezan a sufrir y a decirse: “Que hice mal?”. Tu no has hecho nada mal, es que tu hijo necesita de tu compañía, seguridad, confianza y tu apoyo.
Necesita un modelo, un guía y un consejero que lo acompañe a encontrar su ser en el mundo de manera segura y que entienda que no es fácil tomar esa decisión de qué quiero ser y a donde enfocar mis habilidades y destrezas propias. Si bien es cierto que en esta etapa ellos buscan parecerse a fulanito, sutanito o perencejo que aparece en las redes o que sus amigos le han dicho, ellos están en la búsqueda de una identidad propia y un sentido de vida, y esa sed de búsqueda los lleva a cometer errores en su personalidad, en su dirección, en su rumbo de vida y en su emocionalidad, por lo que pasan por esa presión de no saber qué camino elegir y seguir, no sé para qué soy bueno, cuáles son mis dones y actitudes y es donde se refugian en cosas que no son adecuadas.
Papás, no debemos descuidarlos sino ser, de nuevo, ese puerto seguro donde puedan refugiarse cuando se sientan a tope y que puedan desahogar su sentir contigo sin que los juzgues, presiones, intimides sino por el contrario lo aconsejes y guíes con amor dejando siempre que encuentren su lugar en el mundo y dejándoles claro que cada uno tiene su propio brillo que nada ni nadie puede opacar y cada persona tiene un don y una esencia que los hace únicos y especiales y que no necesitan parecerse a fulanito o perencejo para encajar en la sociedad sino encontrar tu brillo y tu sello personal para mostrar al mundo.
También es muy importante aquí establecer una muy buena comunicación con ellos. Cómo? Hablando desde lo que te quiera expresar sin juzgar, criticar o sermonear, sino desde una escucha activa y aprovechando esos instantes para fomentar lazos de empatía y unidad. Entre más comunicación tengas con él/ella, mejor será la forma de entender sus emociones y sentimientos y así será más fácil entrar en su mundo para comprender y acompañar con amor su expresividad de manera asertiva.
Bien, pero antes de seguir avanzando más me gustaría que realicemos un ejercicio juntos y es preguntarte: ¿Cómo fue para mi esa comunicación de mis emociones con mis padres cuando tenía esos años? ¿Cómo crees que fue esa expresión de tus emociones, sensaciones, pensamientos y necesidades tuya con los demás y con tus padres en esa etapa? ¿Cómo fue para ti esa búsqueda de independencia y de identidad propia? ¿Recurrías a tus padres o a tus amigos para expresar tus emociones? ¿Cuándo tenías algún momento de alegría, rabia, tristeza, desagrado, miedo cómo lo expresabas? ¿Eras calmado/a o al contrario explotabas y no sabías controlar tus emociones? ¿Tuviste algún momento en el que te sentiste incomprendido e incluso raro por querer dar tu opinión frente a algo que no te parecía justo en ese instante?
Y habiéndote contestado estas preguntas, aquí les vengo a dejar unos tips fabulosos que van a permitirte entender mejor las emociones de tu hijo/a en esta etapa adolescente. ¿Preparados? Aquí vamos.
1. Aprende a identificar el lenguaje del amor que usa tu hijo/a: Muchos hemos oído hablar de los lenguajes del amor del ser humano que es la forma como expresamos y recibimos nuestras emociones, sentimientos y sensaciones de los demás. Estos son 5: Físico, tiempo de calidad, palabras de amor, actos de servicio y detalles. Según como tu hijo/a se exprese, así mismo debes ajustar tu lenguaje de amor para poderse entender. Si tu hijo/a no es de muchos abrazos, pero le gusta pasar tiempo con sus amigos y disfrutar de su compañía, podrías ajustar ello en ti y crear un plan donde juntos puedan compartir tiempo de calidad y hacer algo que les guste a ambos sin juzgar ni sermonear, sino disfrutando del momento. Verás que agradecerá el gesto y podrás encontrar una forma para expresarle tu amor y cariño sin que se sienta mal por ello, y así mismo podrás empatizar con él y entrar en su mundo de emociones.
2. Evita las microagresiones en tu hijo/a: ¿Cómo así Andrea, pero si yo no hago nada de ello? me dirás. Bueno, te explico. Las microagresiones son pequeñas acciones que hacemos de manera inconsciente a las demás personas y que pensamos que están bien pero que ejercen un efecto contrario en los demás interfiriendo en su bienestar emocional. Hay 3 tipos: Verbales, acciones o conductas inconscientes e invalidaciones. Ejemplos pueden ser cuando le dices a tu adolescente: “Ay que tonto/a eres”, o cuando hacemos un gesto de desaprobación a algo que tu hijo/a dice, o cuando le decimos a nuestro adolescente: “No es para tanto, no llores”. Debemos ser conscientes de ellas y evitarlas a toda costa llevarlas a cabo con nuestro adolescente ya que pueden ejercer el efecto contrario como ya les dije y llevar a que crea en ellas y se forme una idea errónea de sí mismo que no queremos transmitir pero que de manera inconsciente lo hacemos.
3. Cuando se sienta triste o malhumorado ayúdale a entender sus emociones con herramientas sencillas como: No le hagas preguntas incómodas como “¿Estás bien?, ¿cómo estás? ¿Puedo ayudarte en algo?” sino decirle “Cuéntame qué te pasa”. Cuando se abra a contarte, dale un abrazo y hazlo sentir seguro/a.*Aconséjalo desde el amor, la comprensión, la ternura y la empatía sin sermonearlo, criticarlo o juzgarlo.
4. Busca un espacio diario (5 o 10 minutos) donde ambos puedan hablar, conversar, compartir y escucharse sin presiones ni estrés, dejando de lado toda distracción y que puedan dedicarse tiempo el uno al otro, llevando a cabo una comunicación asertiva, y siempre primando en ambos la confianza, el respeto y la escucha activa. Será un tiempo especial para los dos y verás que tu hijo/a aprenderá a expresar sus emociones contigo de manera segura y confiada.
5. Y la cereza del pastel, seamos puerto seguro de emociones. Seamos siempre ese lugar seguro para que ellos puedan expresar sus sentimientos, emociones y sensaciones sin importar donde se encuentren. Recuerda brindarle siempre esa confianza, ayuda, apoyo, comprensión, amor y ternura que necesitan en este tránsito adolescentes a una adultez temprana sin juzgar, criticar ni sermonear. ¿Nos necesitan? Sí, y mucho, pero dale su espacio, su independencia y sobre todo déjalo/a ser él/ella mismo/a.
Espero que lo anterior te sirva mucho para adentrarte a conocer un poco más el mundo que rodea a tu hijo adolescente y entender sus emociones un poco más. Un abrazo enorme.
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